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Cuando una persona solicita asilo en España, mientras espera la respuesta del Ministerio del Interior, pasa a formar parte de un programa gestionado por las entidades ACCEM, CEAR, Cruz Roja, APIP ACAM, Red Acoge, CEPAIM y DiANOVA. Este incluye alojamiento y manutención en un centro o una vivienda compartida durante los seis primeros meses, clases de idioma y otras formaciones y ayudas económicas durante la siguiente etapa con el objetivo de alcanzar la autonomía. Sin embargo, en España las solicitudes aceptadas apenas llegan al 30% y el sistema está colapsado. “Estamos hablando de dos o tres años de espera, y eso es muy largo para saber qué pasará con tu futuro”, comenta la investigadora Blanca Garcés-Mascareñas. Las personas que quedan fuera del plan estatal ya sea porque se les ha denegado la solicitud o porque han agotado las prestaciones sin alcanzar la autonomía, pueden acceder a Nausica, un programa pionero impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona. Actualmente dispone de más de 80 plazas, y ofrece alojamiento temporal y acompañamiento social. Estos recursos se gestionan a través del Servei d’Atenció a Immigrants, Emigrants i Refugiats (SAIER).

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Aunque la realidad con más repercusión mediática es la de los desplazados sirios, la situación de las personas que son atendidas por el SAIER es mucho más diversa diferente. Por nacionalidad, el mayor colectivo que llega a Barcelona solicitando refugio procede de Venezuela, y le sigue Ucrania, Honduras, El Salvador, Colombia y Siria. Además en los meses de enero y febrero de este año se ha atendido a 924 solicitantes de asilo, un 40% más que en la misma época de 2016.